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30 diciembre 2013

Arroz con pollo, setas y habas


Si tienes a mano un surtido de setas, unas habas y una pechuga de pollo, ya puedes elaborar con garantía de éxito el arroz del domingo. O al menos tendrás los ingredientes acertados para dar al arroz un toque de sabor distinto y agradable. Suelo comprar este surtido de hongos —donde se mezclan setas de distinta clase con champiñones— en unos preparados que venden en la verdulería durante el otoño, aunque en esta ocasión he recurrido a los hongos en conserva que suelo tener en la despensa para cualquier eventualidad. Las habas son naturales, pues ahora llegan al mercado con un tamaño mediano aceptable para los guisos, ideales para incorporar además a las menestras de verduras, tortillas o revueltos.

Ingredientes: Arroz, pimientos verdes y rojo, ajos, tomates, pechuga de pollo, habas, surtido de setas y champiñones, aceite de oliva virgen extra, pimentón dulce, sal, pimienta, agua, una lata pequeña de pimiento morrón y colorante.

Elaboración: En una cazuela —nuevamente he usado una de hierro fundido— preparamos el sofrito en una base de aceite con pimientos rojo y verde picados y ajos, a los que una vez rehogados añadimos los tomates maduros. En esto del sofrito cada uno tiene sus medidas: suelo usar medio pimiento rojo grande, uno verde, cuatro o cinco ajos y unos seis tomates en rama. Unos minutos después agregamos la pechuga de pollo troceada y salpimentada y las habas. Al punto añadimos el arroz, que previamente he mezclado con una cucharadita de moka con pimentón dulce, removemos también con el surtido de setas y agregamos el agua caliente, troceamos el pimiento morrón previamente aclarado con agua y espolvareamos colorante al gusto. Me gusta que este arroz tenga un toque caldoso, por lo que habrá que controlar la cocción. Y nada más que añadir.

19 diciembre 2013

Jamoncitos de pollo en salsa, tal cual


Vistos tal cual en la fotografía que hice para ilustrar la receta parece que se echa en falta una guarnición, una hojita de perejil o cualquier detalle con colorido que contraste, o vaya usted a saber, y si a priori esta ausencia les ha decepcionado están en lo cierto, aquel día el tiempo invadió la cocina y los jamoncitos se quedaron un poco huérfanos; aunque a última hora improvisé y un arroz con su crema de almidón se convirtió en un aceptable acompañamiento. He degustado este plato de maneras distintas a la elaborada para esta ocasión, a la sazón con salsa de cerveza, al curry —al que no soy adicto—, rellenos con champiñones, o bañados entre cremas trabadas con ciruelas, manzanas y pasas. En todas sus variedades resulta una carne agradecida de cocinar y excelente al gusto. Así que el otro día, cuando llegué tarde de natación y quedaba media hora para que Carlota regresara del colegio, empecé a pensar que la noche anterior Carmen y yo habíamos alargado el Ribera del Duero en la taberna Pepin, en el barrio cordobés de Valdeolleros. Disponía de treinta minutos, justo el tiempo que empezó a correr en el programa de Karlos Arguiñaño en Nova, con el conecto siempre que puedo, y de la nevera empezaron a salir puerros y jamoncitos camino del fogón. 

Ingredientes: Jamoncitos de pollo, puerro, ajos, vino blanco en rama, caldo, un pizca de azafrán en hebra, un ramillete de perejil, aceite de oliva virgen extra, sal y pimienta.

Elaboración: Mientras en una cazuela con aceite sofreímos los jamoncitos previamente salpimentados, lavamos el puerro —podéis usar también cebolla—, lo picamos menudo y machacamos un par de ajos sin pelar y otro lo laminamos. Marcada la carne, reservamos y desglasamos los restos adheridos en la cazuela con un chorrito de vino. Rehogamos puerro y ajos con una pizca de sal y unas hebras de azafrán y, al punto, añadimos la carne. Dos minutos más tarde ¡qué tarde!, agregamos un buen vaso de vino blanco y un ramillete de perejil. Mientras se evapora el alcohol veo al Arguiñano preparar unos huevos flor de acompañamiento para unas migas y me apunto la técnica de éstos. A estas alturas se me ocurre lo del arroz de guarnición, y nada mejor que la Thermomix para su elaboración. Así que preparo rápidamente los ingredientes y arranco la máquina. Los jamoncitos han impregnado la cocina de un aroma que sólo el Moriles Alto sabe expandir. Añado a la cazuela un vaso de caldo y dejo cocer a fuego medio. Cuando llega Carlota los jamoncitos ya han reposado y trabada su salsa, pero al arroz aún le quedan veinte minutos. Haz la foto, no puedo esperar, apremia mi chica. Arguiñano se despide con unas suculentas migas a las que les ha añadido pimientos verdes, rojos y chistorras, cuidadosamente atildadas con unos sugestivos huevos flor. Buena idea.

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